Lista de ideas: es
una secuencia de frases cortas que describen hipótesis, observaciones y datos
relacionados con el tema, planteados de una forma abierta, mismos que podrán
ampliarse y enriquecerse con un trabajo de documentación o con una reflexión
más detenida.
Cómo construirla: en una hoja de
papel se dispone una lista de frases breves. Utiliza una hoja grande y apunta
las ideas a renglón separado, con espacio suficiente para introducir ideas
posteriores pero relacionadas con la anterior. Cada anotación tiene que ser
suficiente para recordar la idea entera. Las oraciones, completas (con sujeto y
verbo). Si se trata de un escrito breve (una cuartilla y media), pocas decenas
de minutos serán suficientes para generar la cantidad de ideas necesaria. En
caso de textos de mayor extensión, estos pueden llegar a necesitar un esfuerzo
mayor. Las ideas pueden surgir en cualquier momento, no sólo cuando estamos
frente a la computadora o a la hoja en blanco: anótalas siempre, aunque sea en
una servilleta. Todos los apuntes serán vaciados posteriormente a la lista.
Errores
más comunes: 1) Dejar para otro
momento la anotación de una idea.
2) Evitar la anotación
de ideas preliminares e ideas abiertas.
3) Utilizar papel
pequeño y letra apretada.
4) Escribir sin
releer.
5) Construir un
esquema en forma prematura.
Racimo asociativo: es
otro método para recoger ideas, en el que las asociaciones de las ideas se
representan gráficamente. Muchas veces es más estimulante que la lista de ideas
y permite la generación de un gran número de las mismas. (Es un mecanismo
similar a la “cadena de palabras”).
Cómo se construye: se necesita un gran
folio. En el centro escribiremos el tema del racimo (o título). A su alrededor,
en forma radial, apuntaremos todas las ideas que se nos ocurran sobre el tema.
Cuando no sepamos más qué escribir, releeremos las ideas escritas y probaremos
a añadir a cada una de ellas una nueva idea asociada. Así se creará una nueva
estructura radial, y así sucesivamente. Nos detendremos cuando consideremos que
tenemos una cantidad de ideas suficiente o cuando se nos acabe el papel.
Errores
más comunes: 1) Realizar pocos
niveles.
2) Disponer pocas
ideas en el primer nivel.
3) Relacionar ideas
que no tengan un vínculo asociativo.
Organización de ideas: El objetivo de esta etapa de la preescritura es organizar las ideas ya
generadas, por lo que ya debes tener tu lista de ideas o tu racimo asociativo
realizado. Vas a leer con mucho cuidado todas las ideas, y reconocer —en un
proceso de abstracción— cuáles tienen elementos comunes. Esas ideas formarán
parte de una misma “categoría”. Cada categoría tendrá un nombre, que puede
coincidir con la idea principal incluida en ella. Si ninguna idea es lo
suficientemente amplia o precisa, busca un nombre específico para la categoría,
que incluya a todas las ideas agrupadas en ella. Debes procurar que estas ideas
principales sean precisas, pero lo suficientemente amplias como para abarcar
varias ideas dentro de sí. La determinación de “ideas principales” exige
concentración, pero luego de hallarlas, sentirás que has comenzado a dominar tu
texto.
Es necesario que elijas un número
limitado de categorías (cuatro o cinco): un texto resulta interesante cuando
presenta pocas ideas bien desarrolladas y no cuando recoge una multitud de
informaciones desligadas entre sí.
Dentro de cada categoría subdividirás las ideas en grupos
y, de ser necesario, cada grupo en dos o más subgrupos (esto dependerá de la
cantidad de ideas que hayas generado).
Si reconoces que has generado una pobre cantidad de ideas, todavía
estás a tiempo de agregar más. Uno de los objetivos de este procedimiento de
escritura es que puedas conocer muy bien tu tema, y sigas pensando en él y
generando ideas.
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